Imagínese que uno hijo suyo —o hija, o hijo hipotético— llega a su casa y, con la convicción de quien intenta salir del clóset— le dice que le gustan las personas del mismo sexo. ¿A usted le preocuparía? La pregunta, que bien podría ser una de esos juegos de situación límite hace medio siglo, sigue generando respuestas diversas entre los adultos uruguayos. Uno de cada cinco de los mayores de 18 años y menores de 60 admite que estaría “totalmente” o “bastante” preocupado ante ese planteamiento de un hijo. Y entre los varones uruguayos encuestados el porcentaje escala a casi un tercio (30% versus 10% en el caso de las mujeres).
Así lo constata un estudio piloto —pero con una muestra que intenta ser estadísticamente representativa— que coordinó la Facultad de Psicología de la Udelar y tres agencias de Naciones Unidas dedicadas a la población y la salud. Se trata de los preparativos para la que será la Encuesta Nacional de Comportamientos Sexuales y Salud , una investigación que países como Inglaterra, Francia y Chile hacen con frecuencia para ajustar sus políticas públicas y conocer los impactos en situaciones de riesgo (como los diagnósticos de enfermedades de transmisión sexual, uso de métodos anticonceptivos o violencia sexual).
Los varones son los más “conservadores” respecto a su opinión sobre el aborto si lo desea la mujer (30% se opone a esta medida) , son los que menos declaran haber sufrido que alguien les toque sus genitales o partes íntimas contra su voluntad (10% contra 30% de las mujeres), son los que dicen haber padecido menos intentos de violación (6%), y para el 70% de ellos la sexualidad es importante para su equilibrio personal.
“Estas consultas son relevantes como evidencia científica, como generación de conocimiento, pero también pero también como información útil parar que las políticas aporten a un plan sanitario nacional y al cumplimiento de acuerdos con los que Uruguay se comprometió a nivel internacional”, explicó a El Observador el demógrafo Nicolás Brunet, uno de los coordinadores del estudio. Como ejemplo, citó: “cuando fue la epidemia del SIDA era básico saber los comportamientos de riesgo de la población y su percepción… es imposible una buena política pública sin el correcto diagnóstico”.
La encuesta revela que entre los uruguayos mayores de 46 años hay un 35% que dice no haber recibido información sobre las enfermedades de transmisión sexual . En esa población, a su vez, casi una cuarta parte jamás se hizo un test de VIH, y hay un 37% que no se hizo ninguno en los últimos dos años.
Más allá de las diferencias entre varones y mujeres, el estudio muestra una diferenciación muy marcada según la edad del encuestado. Entre los jóvenes de 18 y 34 años la mitad admite haber recibido educación sexual en su niñez o adolescencia. Entre los adultos de 35 a 45 años ese porcentaje cae al 30% y entre los mayores de 46 años se reduce al 15%.
Mientras casi la mitad de los mayores de 46 años señala que recibió una “visión de la homosexualidad y lesbianismo como si fuera
n un trastorno (o enfermedad o anomalía)”, eso solo involucra al 13% de los más jóvenes.
El estudio deja en claro que los adultos son los menos satisfechos con su vida sexual, pero los menos abiertos a contar sus problemas o la violencia padecida tiempo atrás.